Lo primero que hice fue abrir las ventanas. Me refresqué el rostro y me puse a contemplar la avenida, todavía vibrante. En la esquina próxima, a mano izquierda de la recepción, cruzando la calle, hay un edificio de tres plantas, la última, de color durazno ennegrecido, está rodeada de balcones, en uno de ellos un viejo me mira, mientras tose, se ventila en su mecedora y se escurre el sudor que cae a gotas por su dorso, en el resto de balcones hay tendederos y una que otra sombra cruza detrás del marco del ventanal. En la segunda planta no hay ventanas, hay un mural verde donde por un lado se representa la flora y fauna de la provincia y por el otro, el rostro sonriente de Paul Mercado, candidato a alcalde, todo ello interrumpido por dos chimeneas que han devorado el cielo del mural y la cabeza del político. La planta baja está dividida por los comercios, BINGO ESTELAR, PELUQUERÍA COQUETA, RESTAURANTE SABROSÓN, VIVERES SUSANITA, que se entremezclan y se extienden más allá de la calle. Hacia la izquierda, MARISQUERÍA MARIAJOSÉ, BOUTIQUE ESTILO, CELULARES Y REPUESTOS LUCHA, BANCO DEL BARRIO CUQUITA, y a la derecha, donde se cruza la avenida 24 de mayo, REPUESTOS DON JOSÉ y SUPERMERCADO ALLÍ. En el extremo derecho de la avenida Bolívar, sobre la acera del supermercado, aparece una mujer despampanante, lleva a un pequeño niño de la mano, intentan sortear un taxi y un automóvil azul, para alcanzar el otro lado de la avenida y avanzar frente a los VIVERES SUSANITA. El niño tiene sueño y camina prácticamente impelido por los regaños de la mujer, arrastrado por la misma. Ingresan al RESTAURANTE SABROSÓN. En la acera la gente se cruza, se rebasan, toman aire un instante o compran el diario de mañana al voceador. CONOZCA TODOS LOS DETALLES DE LA BODA DE LA TIGRILLA. MASACRE EN LA PERIMETRAL. Un mendigo pide una moneda POR AMOR DE DIÓS, PAPA LINDO. Del autobús emergen e ingresan otros tantos individuos. La esquina de 24 de mayo y Bolívar es el eje más denso de este pequeño sistema arterial. A tres cuadras, por Bolívar, pasando Machala y García Moreno, está el parque central, con la catedral, la casa municipal y los principales bancos. Hacia allá me debo dirigir, pero antes tomaré un baño y sacaré uno de los trajes planchados que me envió mamá, me afeitaré y pasaré una peinilla, organizaré las cosas y esconderé entre la ropa interior el dinero y la tarjeta, aseguraré la puerta y bajaré las escaleras hasta la recepción adornada de afiches turísticos. Los dientes del recepcionista iluminarán su piel morena, BUENAS TARDES. Y saldré. El edificio de tres plantas me dará sombra y el viejo del balcón estará asomado, rasgará una gran cantidad de flema que caerá sobre el pavimento, apenas rozando al voceador. CHUCHAETUMADRE. LA TUYA, CABRÓN. Veré a la mujer despampanante y miraré mi reloj, pensando que todavía tengo veintitrés minutos, entonces me aproximaré al escaparate de la PELUQUERÍA COQUETA, hacia la gente amontonada en la parada de autobús. El vagabundo me halará de la basta del pantalón y yo sacaré una moneda de veinticinco y la pondré en su mano terrosa doblándome sobre mi pierna izquierda, pero mirando a la mujer y al niño que gemirá y con la mano libre se restregará los ojos, colgado de su mamá, o tía, la señorita del culo perfecto forrado de un pantalón blanco con flores azules y acompañado de una blusa negra sobre la que caerán sus cabellos como hilos de araña. Me aproximaré y le preguntaré cualquier banalidad, DÓNDE QUEDA EL PARQUE CENTRAL, solo para darme cuenta que es una persona amable y dispuesta a ayudarme. NO SOY DE AQUÍ, VENGO DE LA CAPITAL, VENGO A HACER NEGOCIOS, VENGO A ENAMORARME, ES SU HIJO EL PEQUEÑO que me mirará con los ojos húmedos y hundidos en su carita rechoncha como la de un osito ES MI SOBRINO, SIEMPRE ME CONFUNDEN y el pequeño se esconderá detrás de su tía SÍ mirándome con curiosidad VOY AL SUR, A DEJAR AL NIÑO DONDE MI HERMANA y pasará un autobús donde se subirá toda la gente, incluido el vagabundo y el voceador, el peluquero que se dará aire con un periódico donde se narran los detalles de la boda de la Tigrilla. FRENTE A LA CATEDRAL, HAY UN COMEDOR MUY FAMOSO, SIRVEN LAS MEJORES HUMITAS DEL MUNDO nos quedaremos solos y caminaremos al famoso COMEDOR MURIEL, donde beberemos un café intenso, con un aroma que nos envolverá íntimos, Y EL NIÑO se arrimará a sus muslos y se sobresaltará cuando ella lo sacuda. EL NIÑO CONOCE EL CAMINO con un guiño, SABE DONDE VIVE. DEJA DE LLORAR, MICHAEL, DEJA DE LLORAR O TE DARÉ UNA NALGADA. AHÍ VIENE EL AUTOBÚS. Un cacharro apocalíptico, un crujir de hierros donde la gente cuelga de las ventanas y de un gran anuncio publicitario de la PANADERÍA EL AVENTAJADO. PARE, SEÑOR, PARE, EL NIÑO SE VA, SE VA PARA SIEMPRE, POR MAJADERO. Su chillido agudo de perderá entre la gente, cuando logremos insertarlo por sobre el hombre gordo que obstaculiza la entrada. Y lo veremos marchar como un augurio del diablo, lo veremos correr entre la avenida totalmente despejada. Un punto en el firmamento. De pronto aparecerá un esputo, una flema verde sobre la blusa de la mujer, y escucharemos una carcajada. EN EL BLANCO, EN EL BLANCO. MECO, EN BLANCO. IMBÉCIL, QUÉ TE PASA. VIEJO VERGA, MANCHASTE LA BLUSA DE MI AMADA, DE MI AMADA MISHEL. El viejo aullará de placer, me verá dar círculos en la acera, tomar una piedra y aventarla. Impávido, me señalará con el dedo. YA ME VENGARÉ, YA LO HARÉ. BAJA Y DA LA CARA, ABUELO. Y ella me tranquilizará arrancando con un pañuelo la porquería, tomando mi mano, besará mis mejillas. DÉJALO ES SOLO UN VIEJO, DÉJALO. El problema es que quedará una mancha atroz sobre su seno derecho, no podremos ir al COMEDOR MURIEL. Ella empezará a llorar y yo la abrazaré. NECESITO UN LAVAMANOS, NECESITO QUITAR ESTA MANCHA CON JABÓN. YO ME HOSPEDO AL FRENTE, EN EL HOTEL EMBAJADOR. FABULOSO. PUEDES LIMPIAR TU BLUSA E INCLUSO TOMAR UN BAÑO. E iremos sonrientes abrazados a la recepción, donde el mulato me dará la bienvenida. SI ELLA SUBE, DEBE PAGAR, PANITA. COMO SI SE HOSPEDARA, COMO SI FUESE A PASAR LA NOCHE CONMIGO, HASTA LAS DOCE DEL MEDIO DÍA DE MAÑANA. Entonces la veré sacar de su cartera un par de billetes y la detendré. PAGO YO. Mis ojos se cruzarán un instante con el reloj, cuando cuente el cambio, veré que el tiempo ha finalizado, que el ingeniero Manosalvas me espera en el parque central y mi perfil se descompondrá, tanto que ella me preguntará TE OCURRE ALGO, AMOR y el hombre de la recepción aplaudirá fingiendo que mira el televisor. NO TE PREOCUPES, MACHO, TE ESPERARÉ. TOMARÉ UNA SIESTA Y TE ESPERARÉ. El recepcionista me regalará un guiño y yo echaré a correr por la avenida Bolívar, más allá de Machala y García Moreno. Hasta el parque central donde todavía habrá un sol radiante y tendré suerte porque el ingeniero no ha llegado. Y esperaré, frente a la Catedral, con la certidumbre de que esta tarde firmaré el contrato de mi vida y luego regresaré al hotel donde me esperará Mishel. Festejaremos toda la noche y saldremos al COMEDOR MURIEL, ella lucirá un nuevo vestido que dejará un bello escote en su espalda donde bajará poco a poco mi mano. BUENOS DÍAS, INGENIERO. ES UN HERMOSO DÍA, INGENIERO. NO SE PREOCUPE, TENGO TODO EL TIEMPO DEL MUNDO. SÍ, ESTOY CÓMODO. EL HOTEL TIENE UNA HERMOSA VISTA, LA GENTE ES AMABLE, CON GUSTO ME QUEDARÉ TODA LA VIDA. POR SUPUESTO, ESTOY DISPUESTO, SERÁ UN HONOR. Pero antes debo calzarme, usar la peinilla, un poco de colonia es perfecto, esconder el dinero y las tarjetas entre la ropa interior, percatarme de que quede todo bien cerrado y tomar el ascensor. No sabía que el hotel tenía ascensor, SUBÍ TRES MALETAS POR LAS ESCALERAS Y NADIE ME HABLÓ DE SU EXISTENCIA. La puerta se abre e ingreso al cubículo plateado. Una mujer me mira con detenimiento, parece como si quisiera decir algo. Nos quedamos un instante frente a frente. Tiene el rostro pálido y un peinado gracioso, usa un traje verde de franela que le sienta mal. No es atractiva y parece loca, estruja entre sus manos unos papeles. Cuando se cierra el ascensor y quedamos solos, prefiero mirar hacia otro lado. Me incomoda su presencia y esos segundos son terribles. Salgo del ascensor apresurado. Tengo ganas de pelear con el recepcionista. BUENOS DÍAS. Pero no digo nada, su sonrisa alumbra la recepción. Salgo a la calle y observo el alto edificio con sus comercios y la gente resguardándose de la lluvia. La hermosa mujer y el niño están sentados detrás de la vitrina del RESTAURANTE SABROSÓN, es más hermosa de lo que imaginé. Miro mi reloj y cruzo apresurado la calle, intento proteger de la lluvia el borrador del proyecto. Cuando llego a la acera del viejo edificio, siento pánico. Hombres y mujeres se esconden detrás de sus paraguas que se pliegan cuando el autobús para. La mujer alimenta al niño, le da grandes bocanadas de sopa, un humo lívido sube desde el plato y empaña el cristal. De pronto un esputo se estrella contra la solapa de mi chaqueta, un esputo amarillo y verde, algo sanguinolento, un esputo febril que ha caído del cielo como un misterio, porque no hay nadie asomado al edificio, no está el viejo de la hamaca. El escupitajo de Paul Mercado EL ALCALDE DE TODOS que me mira sonriente. La mujer y el niño también me miran. Una energía devastadora se apodera de mí. La lluvia cae con más fuerza, la gente corre y la flema resbala manchándolo todo. Miro mi reloj tembloroso y también empañado y, sin volver la vista, cruzo apresurado hasta la puerta del HOTEL EMBAJADOR. QUÉ LE OCURRIÓ. El zambo me mira atónito. Tomo la llave y me alejo. Encuentro las escaleras, pero presiono el ascensor que no tarda en abrirse. Ingreso y me encuentro con LA MISMA MUJER. Es una desgracia, los papeles de su mano están hecho jirones, tiene el pelo escurrido, una marea cruza su rostro y resbala por su traje verde con una mancha asquerosa en la solapa.
miércoles, 18 de marzo de 2015
LA MISMA MUJER
Lo primero que hice fue abrir las ventanas. Me refresqué el rostro y me puse a contemplar la avenida, todavía vibrante. En la esquina próxima, a mano izquierda de la recepción, cruzando la calle, hay un edificio de tres plantas, la última, de color durazno ennegrecido, está rodeada de balcones, en uno de ellos un viejo me mira, mientras tose, se ventila en su mecedora y se escurre el sudor que cae a gotas por su dorso, en el resto de balcones hay tendederos y una que otra sombra cruza detrás del marco del ventanal. En la segunda planta no hay ventanas, hay un mural verde donde por un lado se representa la flora y fauna de la provincia y por el otro, el rostro sonriente de Paul Mercado, candidato a alcalde, todo ello interrumpido por dos chimeneas que han devorado el cielo del mural y la cabeza del político. La planta baja está dividida por los comercios, BINGO ESTELAR, PELUQUERÍA COQUETA, RESTAURANTE SABROSÓN, VIVERES SUSANITA, que se entremezclan y se extienden más allá de la calle. Hacia la izquierda, MARISQUERÍA MARIAJOSÉ, BOUTIQUE ESTILO, CELULARES Y REPUESTOS LUCHA, BANCO DEL BARRIO CUQUITA, y a la derecha, donde se cruza la avenida 24 de mayo, REPUESTOS DON JOSÉ y SUPERMERCADO ALLÍ. En el extremo derecho de la avenida Bolívar, sobre la acera del supermercado, aparece una mujer despampanante, lleva a un pequeño niño de la mano, intentan sortear un taxi y un automóvil azul, para alcanzar el otro lado de la avenida y avanzar frente a los VIVERES SUSANITA. El niño tiene sueño y camina prácticamente impelido por los regaños de la mujer, arrastrado por la misma. Ingresan al RESTAURANTE SABROSÓN. En la acera la gente se cruza, se rebasan, toman aire un instante o compran el diario de mañana al voceador. CONOZCA TODOS LOS DETALLES DE LA BODA DE LA TIGRILLA. MASACRE EN LA PERIMETRAL. Un mendigo pide una moneda POR AMOR DE DIÓS, PAPA LINDO. Del autobús emergen e ingresan otros tantos individuos. La esquina de 24 de mayo y Bolívar es el eje más denso de este pequeño sistema arterial. A tres cuadras, por Bolívar, pasando Machala y García Moreno, está el parque central, con la catedral, la casa municipal y los principales bancos. Hacia allá me debo dirigir, pero antes tomaré un baño y sacaré uno de los trajes planchados que me envió mamá, me afeitaré y pasaré una peinilla, organizaré las cosas y esconderé entre la ropa interior el dinero y la tarjeta, aseguraré la puerta y bajaré las escaleras hasta la recepción adornada de afiches turísticos. Los dientes del recepcionista iluminarán su piel morena, BUENAS TARDES. Y saldré. El edificio de tres plantas me dará sombra y el viejo del balcón estará asomado, rasgará una gran cantidad de flema que caerá sobre el pavimento, apenas rozando al voceador. CHUCHAETUMADRE. LA TUYA, CABRÓN. Veré a la mujer despampanante y miraré mi reloj, pensando que todavía tengo veintitrés minutos, entonces me aproximaré al escaparate de la PELUQUERÍA COQUETA, hacia la gente amontonada en la parada de autobús. El vagabundo me halará de la basta del pantalón y yo sacaré una moneda de veinticinco y la pondré en su mano terrosa doblándome sobre mi pierna izquierda, pero mirando a la mujer y al niño que gemirá y con la mano libre se restregará los ojos, colgado de su mamá, o tía, la señorita del culo perfecto forrado de un pantalón blanco con flores azules y acompañado de una blusa negra sobre la que caerán sus cabellos como hilos de araña. Me aproximaré y le preguntaré cualquier banalidad, DÓNDE QUEDA EL PARQUE CENTRAL, solo para darme cuenta que es una persona amable y dispuesta a ayudarme. NO SOY DE AQUÍ, VENGO DE LA CAPITAL, VENGO A HACER NEGOCIOS, VENGO A ENAMORARME, ES SU HIJO EL PEQUEÑO que me mirará con los ojos húmedos y hundidos en su carita rechoncha como la de un osito ES MI SOBRINO, SIEMPRE ME CONFUNDEN y el pequeño se esconderá detrás de su tía SÍ mirándome con curiosidad VOY AL SUR, A DEJAR AL NIÑO DONDE MI HERMANA y pasará un autobús donde se subirá toda la gente, incluido el vagabundo y el voceador, el peluquero que se dará aire con un periódico donde se narran los detalles de la boda de la Tigrilla. FRENTE A LA CATEDRAL, HAY UN COMEDOR MUY FAMOSO, SIRVEN LAS MEJORES HUMITAS DEL MUNDO nos quedaremos solos y caminaremos al famoso COMEDOR MURIEL, donde beberemos un café intenso, con un aroma que nos envolverá íntimos, Y EL NIÑO se arrimará a sus muslos y se sobresaltará cuando ella lo sacuda. EL NIÑO CONOCE EL CAMINO con un guiño, SABE DONDE VIVE. DEJA DE LLORAR, MICHAEL, DEJA DE LLORAR O TE DARÉ UNA NALGADA. AHÍ VIENE EL AUTOBÚS. Un cacharro apocalíptico, un crujir de hierros donde la gente cuelga de las ventanas y de un gran anuncio publicitario de la PANADERÍA EL AVENTAJADO. PARE, SEÑOR, PARE, EL NIÑO SE VA, SE VA PARA SIEMPRE, POR MAJADERO. Su chillido agudo de perderá entre la gente, cuando logremos insertarlo por sobre el hombre gordo que obstaculiza la entrada. Y lo veremos marchar como un augurio del diablo, lo veremos correr entre la avenida totalmente despejada. Un punto en el firmamento. De pronto aparecerá un esputo, una flema verde sobre la blusa de la mujer, y escucharemos una carcajada. EN EL BLANCO, EN EL BLANCO. MECO, EN BLANCO. IMBÉCIL, QUÉ TE PASA. VIEJO VERGA, MANCHASTE LA BLUSA DE MI AMADA, DE MI AMADA MISHEL. El viejo aullará de placer, me verá dar círculos en la acera, tomar una piedra y aventarla. Impávido, me señalará con el dedo. YA ME VENGARÉ, YA LO HARÉ. BAJA Y DA LA CARA, ABUELO. Y ella me tranquilizará arrancando con un pañuelo la porquería, tomando mi mano, besará mis mejillas. DÉJALO ES SOLO UN VIEJO, DÉJALO. El problema es que quedará una mancha atroz sobre su seno derecho, no podremos ir al COMEDOR MURIEL. Ella empezará a llorar y yo la abrazaré. NECESITO UN LAVAMANOS, NECESITO QUITAR ESTA MANCHA CON JABÓN. YO ME HOSPEDO AL FRENTE, EN EL HOTEL EMBAJADOR. FABULOSO. PUEDES LIMPIAR TU BLUSA E INCLUSO TOMAR UN BAÑO. E iremos sonrientes abrazados a la recepción, donde el mulato me dará la bienvenida. SI ELLA SUBE, DEBE PAGAR, PANITA. COMO SI SE HOSPEDARA, COMO SI FUESE A PASAR LA NOCHE CONMIGO, HASTA LAS DOCE DEL MEDIO DÍA DE MAÑANA. Entonces la veré sacar de su cartera un par de billetes y la detendré. PAGO YO. Mis ojos se cruzarán un instante con el reloj, cuando cuente el cambio, veré que el tiempo ha finalizado, que el ingeniero Manosalvas me espera en el parque central y mi perfil se descompondrá, tanto que ella me preguntará TE OCURRE ALGO, AMOR y el hombre de la recepción aplaudirá fingiendo que mira el televisor. NO TE PREOCUPES, MACHO, TE ESPERARÉ. TOMARÉ UNA SIESTA Y TE ESPERARÉ. El recepcionista me regalará un guiño y yo echaré a correr por la avenida Bolívar, más allá de Machala y García Moreno. Hasta el parque central donde todavía habrá un sol radiante y tendré suerte porque el ingeniero no ha llegado. Y esperaré, frente a la Catedral, con la certidumbre de que esta tarde firmaré el contrato de mi vida y luego regresaré al hotel donde me esperará Mishel. Festejaremos toda la noche y saldremos al COMEDOR MURIEL, ella lucirá un nuevo vestido que dejará un bello escote en su espalda donde bajará poco a poco mi mano. BUENOS DÍAS, INGENIERO. ES UN HERMOSO DÍA, INGENIERO. NO SE PREOCUPE, TENGO TODO EL TIEMPO DEL MUNDO. SÍ, ESTOY CÓMODO. EL HOTEL TIENE UNA HERMOSA VISTA, LA GENTE ES AMABLE, CON GUSTO ME QUEDARÉ TODA LA VIDA. POR SUPUESTO, ESTOY DISPUESTO, SERÁ UN HONOR. Pero antes debo calzarme, usar la peinilla, un poco de colonia es perfecto, esconder el dinero y las tarjetas entre la ropa interior, percatarme de que quede todo bien cerrado y tomar el ascensor. No sabía que el hotel tenía ascensor, SUBÍ TRES MALETAS POR LAS ESCALERAS Y NADIE ME HABLÓ DE SU EXISTENCIA. La puerta se abre e ingreso al cubículo plateado. Una mujer me mira con detenimiento, parece como si quisiera decir algo. Nos quedamos un instante frente a frente. Tiene el rostro pálido y un peinado gracioso, usa un traje verde de franela que le sienta mal. No es atractiva y parece loca, estruja entre sus manos unos papeles. Cuando se cierra el ascensor y quedamos solos, prefiero mirar hacia otro lado. Me incomoda su presencia y esos segundos son terribles. Salgo del ascensor apresurado. Tengo ganas de pelear con el recepcionista. BUENOS DÍAS. Pero no digo nada, su sonrisa alumbra la recepción. Salgo a la calle y observo el alto edificio con sus comercios y la gente resguardándose de la lluvia. La hermosa mujer y el niño están sentados detrás de la vitrina del RESTAURANTE SABROSÓN, es más hermosa de lo que imaginé. Miro mi reloj y cruzo apresurado la calle, intento proteger de la lluvia el borrador del proyecto. Cuando llego a la acera del viejo edificio, siento pánico. Hombres y mujeres se esconden detrás de sus paraguas que se pliegan cuando el autobús para. La mujer alimenta al niño, le da grandes bocanadas de sopa, un humo lívido sube desde el plato y empaña el cristal. De pronto un esputo se estrella contra la solapa de mi chaqueta, un esputo amarillo y verde, algo sanguinolento, un esputo febril que ha caído del cielo como un misterio, porque no hay nadie asomado al edificio, no está el viejo de la hamaca. El escupitajo de Paul Mercado EL ALCALDE DE TODOS que me mira sonriente. La mujer y el niño también me miran. Una energía devastadora se apodera de mí. La lluvia cae con más fuerza, la gente corre y la flema resbala manchándolo todo. Miro mi reloj tembloroso y también empañado y, sin volver la vista, cruzo apresurado hasta la puerta del HOTEL EMBAJADOR. QUÉ LE OCURRIÓ. El zambo me mira atónito. Tomo la llave y me alejo. Encuentro las escaleras, pero presiono el ascensor que no tarda en abrirse. Ingreso y me encuentro con LA MISMA MUJER. Es una desgracia, los papeles de su mano están hecho jirones, tiene el pelo escurrido, una marea cruza su rostro y resbala por su traje verde con una mancha asquerosa en la solapa.
domingo, 8 de marzo de 2015
LA MUERTE DE LA FILOSOFÍA
La madrugada del 20 de marzo del 3025, el androide Perk-Ho elaboraba un infinitesimal ejercicio de hipernovilismo. El quinto de toda la noche. El trabajo era sencillo porque Perk-Ho no conocía la impaciencia. Lo que implicaba esfuerzo era ajustar las coordenadas después de extraer el agujero orbital del empaque, reajustar de manera precisa el emulador de presión y presionar la lámina de litio.
De pronto entró alguien. Hizo la señal fática y procedió a limpiar los residuos del piso. En todo ese tiempo Perk-Ho no dejó de trabajar. Con la cantidad acreditada en cada variación podía comprar tiempo para dedicarlo al hipernovilismo que compraba tiempo para dedicarlo al hipernovilismo que compraba tiempo para dedicarlo al hipernovilismo. También podía acreditar a Sam.
Sam extraía las cenizas y motas con un evaporador de protones y succionaba el humo con un succionador estándar MG-5. Sam utilizaba sus créditos para comprar tiempo, que se condensaba en alimentos, medicinas, vestidos y una educación para los pequeños Tim, Tomas y Vic.
De pronto el hombre miró a la máquina, ajustada en su pedestal; después miró por el ojo de buey de la capsula los cinco mil soles de la galaxia 1157G.
- Perk-Ho – su voz vaciló.
El androide, por primera vez, se detuvo, en la fusión 17899.003. Miró a Sam que sostenía la boquilla del evaporador. Después de una centésima de segundo, reanudó su tarea al no identificar un cambio considerable de fluctuación orgánica.
- Androide Perk-Ho – Una pregunta fundamental flotó en el océano de su memoria, una pregunta que respondieron los antiguos hombres. Pero no se atrevió a hacerla. Quizá hubiera eclipsado la mayor hipernova, renovando tiempos primigenios.
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