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lunes, 18 de enero de 2016

En el futuro, Arturo podrá hacer lo que le plazca. Por ejemplo, si requiere asesinar a su padre, deberá pagar ciento veinte créditos, utilizará un arma blanca y lo apuñalará en la cabeza. Podrá ser mujer y sentir quince orgasmos consecutivos en el muelle de Britania. Incluso, si así lo desea, tendrá un empleo decente: corrector de píxeles o moldeador de armas de segundo grado, revendedor de comodines o comerciante de pornografía. Olvidará por completo el mundo real y vivirá en la aldea de RX para siempre, o hasta que pueda recolectar los créditos necesarios y comprar una plataforma en el océano.

Llegará el día en que Arturo, vestido con la primera chaqueta que se le acreditó, recorrerá las callejuelas y se alejará de casa. Tal y cual lo hicieron su padre y la hermana mayor de Bolívar. Después de caminar diez días, se embarcará a través del río Mun y llegará a la isla RIT. Quizá encuentre rostros familiares, pero de seguro ocupará un puesto modesto en una de las catacumbas talladas en la arena. Fijará su mirada en un charco, donde habitará cien años. Hasta que logre decodificar una palabra y retorne, por la misma ruta, ahora poblada de edificios sobre el mar, hacia RX. 

Todos pasarán por este peregrinar, del que se recuperarán paulatinamente para, de nuevo, dirigir las riendas de su vida. Arturo encontrará a su padre en la habitación, haciendo el amor con Greta Garbo. Tendrán una conversación larga mientras devoran un plato de gluten applet.

-Creí que habías salido en búsqueda de enseres. 

-Viví un siglo en el purgatorio. 

-Eso significa que eres libre. 

-Pásame la sal. 

-¿Extrañarás en algo lo real? 

-¿Tú lo extrañas? 

-Solo cuando debo dormir. Tu viejo padre dejó codificado absolutamente todo, menos la capacidad de soñar.

domingo, 8 de marzo de 2015

LA MUERTE DE LA FILOSOFÍA

La madrugada del 20 de marzo del 3025, el androide Perk-Ho elaboraba un infinitesimal ejercicio de hipernovilismo. El quinto de toda la noche. El trabajo era sencillo porque Perk-Ho no conocía la impaciencia. Lo que implicaba esfuerzo era ajustar las coordenadas después de extraer el agujero orbital del empaque, reajustar de manera precisa el emulador de presión y presionar la lámina de litio.

De pronto entró alguien. Hizo la señal fática y procedió a limpiar los residuos del piso. En todo ese tiempo Perk-Ho no dejó de trabajar. Con la cantidad acreditada en cada variación podía comprar tiempo para dedicarlo al hipernovilismo que compraba tiempo para dedicarlo al hipernovilismo que compraba tiempo para dedicarlo al hipernovilismo. También podía acreditar a Sam.

Sam extraía las cenizas y motas con un evaporador de protones y succionaba el humo con un succionador estándar MG-5. Sam utilizaba sus créditos para comprar tiempo, que se condensaba en alimentos, medicinas, vestidos y una educación para los pequeños Tim, Tomas y Vic.

De pronto el hombre miró a la máquina, ajustada en su pedestal; después miró por el ojo de buey de la capsula los cinco mil soles de la galaxia 1157G.

- Perk-Ho – su voz vaciló.

El androide, por primera vez, se detuvo, en la fusión 17899.003. Miró a Sam que sostenía la boquilla del evaporador. Después de una centésima de segundo, reanudó su tarea al no identificar un cambio considerable de fluctuación orgánica.

- Androide Perk-Ho – Una pregunta fundamental flotó en el océano de su memoria, una pregunta que respondieron los antiguos hombres. Pero no se atrevió a hacerla. Quizá hubiera eclipsado la mayor hipernova, renovando tiempos primigenios.

DE CUANDO TODOMEO SABOREÓ EL PODER

       Tomaría una novela explicar cómo llegó Todomeo a ocupar el trono de la nación. Por ahora, basta decir que lo acompañó la ...