viernes, 10 de diciembre de 2021

vestido














y cada mañana me pongo el nombre
como cubriéndome con una camisa
o mejor todavía
                          como me acomodo a la costumbre de mis dos pies
al desandar la calle alguien me llama
esa voz ahora me transforma en un ser familiar
aquel tipo melancólico y huraño que compra pan

parece que no soy más que esas seis letras
o unos manchones en la lista del mercado
y mientras
miro al cielo
nombro el azul y las nubes celestiales
y recuerdo las veces que mi nombre también fue súplica
tedio 
         aversión 
                         y orgullo

viene a mi mente la imagen de esos labios
donde mi nombre se transmutó en deseo

miro por la ventanilla del autobús
las calles se pierden una vez más
sé que pronto Anibal deberá desembarcar
me angustia el enigma de mí mismo detrás de las palabras
         cómo usar estas manos
         cómo respirar
         cómo llorar fuera de su sombra

camisa prestada que tomé esta mañana
apenas desperté de lo innombrable
y que hoy 
                 acaso por última vez 
llevo conmigo
para depositarla en los ojos 

relucientes 

de mi hijo

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