martes, 5 de mayo de 2020

MIS MAESTROS 2

  Era un poeta laureado y cosmopolita. Había escuchado sobre él mucho antes de saborear su nombre desde los labios de Andrea. Pero yo, al ser discípulo del escritor Huilo Ruales, me negaba a aceptar que podía existir una obra mejor que Maldeojo.
   Luego en la universidad recordé las referencias de mi antigua compañera de bacanal, al ver ingresar al maestro al salón de clases.
   Miraba como un águila. Pero no se interesaba por otras presas que no fueran las muchachas carnosas que colgaban como duraznos por ahí.
   Sin duda era brillante; citaba de memoria las primeras líneas de algunas novelas que yo había querido leer durante aquellos años y quizá nunca lo hice. No solo eso, era un pensador cínico que no dejaba de gotear cierta ternura.
   Otro defecto suyo es que amaba caprichosamente. Por eso no soltaba a Borges de sus discursos amatorios, negándose a aceptar con pudor su evidente asexualidad. Y cuando analizábamos la literatura hispanoamericana se atascaba en la sensualidad de doña Bárbara.
   Sin duda, se lo juzgaba por malgastar las horas de cátedra en estas digresiones eróticas. Así como por un solemne narcisismo que lo llevó a narrar, con no menos intensidad que en sus mejores poemas, la historia de un amor imposible que lo había sumido en un abismo rimbaudiano.
   Recuerdo que un día vencí mi cobardía y le di un texto mío para que lo leyera. No estoy seguro de que en verdad lo haya hecho porque cuando me acerqué zalamero me dijo que le gustaban mi tono, ya que no era romántico o hablaba solo de amor como lo hacían mis condiscípulos.
   Me sentí defraudado de mí mismo. Yo sí me consideraba un poeta romántico. Pensaba: ojalá yo no fuera un seudopoetiso desamorado. Quería ser un amador profesional; amar como él amó la literatura y amó el amor y se amó así mismo. Amar desde la altura de una sensibilidad auténtica y universal como la suya.
   Tiempo después, llegó calvo y todos pensaron que estaba enfermo. En un autoamador como él resultaba increíble otra razón para tal vileza. Y quizá como pensaron que se iba a morir le hicieron un homenaje con algunos invitados de primera, amigos suyos de la crema y nata de la literatura nacional.
   Quiero terminar esta remembranza analizando el siguiente axioma que acaba de venir a mi mente: "solo podemos identificar a un auténtico maestro en función de un efectivo y verificable, aunque sea mínimo, intercambio epistemológico con su alumno". 
   Esta terrible frase se ejemplifica con la siguiente anécdota: tengo a bien jactarme de que gracias a mi sugerencia vimos una película que le encantó, Viva México de Eisenstein. Lo que elevó su pasión por el mentado país durante varias semanas; tanto que incluso escribió un poema sobre el tema.
   Como un niño entusiasmado por un nuevo juguete, se dejaba emocionar por el motivo poético de otro poeta.
   En conclusión, es uno de los pocos maestros auténticos que he tenido.

viernes, 1 de mayo de 2020

SÚPLICA


¿Qué encontraste, oh muchacho, 
en los campos de Castilla?
¿Qué en los libros de tus antecesores?
Pues yo los desbarato como polilla
y solo pierdo los dientes.
¿Qué en aquella muchacha
o aquel apuesto caballero?
Pues bellos como torres de nubes,
pues insidiosas como vicio,
he visto multiplicarse en mis calles.
Dime tu secreto, porque yo ya saboreé
el brebaje de la angustia
y como todo humano 
sentí el filo de la tristeza
sobre mis venas.
¿Dónde está el milagro del santito,
recuerdo de un cerezo
que adoraba la gente antes de que naciera dios?
Dime cómo logro
y a través de qué mirada
acariciar la estela
de alguna poesía.

domingo, 12 de abril de 2020

EL EXTRA


Primero lo arrincona contra las máquinas, después aprieta su cuello hasta que el retorcido cuerpo pierde el color; finalmente, le saca las vísceras con un puñal.

Recuerdo que cuando era niño me traumé con ésta, la primera escena de la película Sarge Billy, donde el misterioso Stink comienza una serie de asesinatos absurdos.
Yo siempre esperaba a papá con ansias y lo recibía apretándome contra sus rodillas. Mamá tenía caliente la merienda y lo besaba en la puerta.  Por eso, una de las cosas que más me atormentaba era pensar qué ocurrió cuando el infeliz no llegó a su hogar.

Solo hoy, después de veinte y tantos años, he encontrado satisfacción.

Al pasar por la avenida Madrid, llena de gente que se perdía como olas en el mar, lo he reconocido. Cruzaba un estacionamiento y entraba a un almacén.
Era él. Viejo, pero con esa irrepetible nariz aguileña y ojos melancólicos.
Lo miré tomar unos cigarrillos y dirigirse a la caja. Más tarde, seguí su estela de nicotina durante seis cuadras, hasta un edificio de multifamiliares. Saludó con la portera y se perdió en el ascensor.
En el trabajo me volvieron a regañar; esta vez por llegar tarde. Pero eso ya no importaba; por fin comprendí que la realidad es el caño amable de la ficción.

miércoles, 8 de abril de 2020

ROSA


Rosa dice el tatuaje
y se me antoja acariciar sus pétalos
viciados de sol y betún
llevarla hasta mi ventana
verla erguida desde la calle
pero siempre está de rodillas
como un santito de barro
espectro del mediodía
cuando me ve a lo lejos
levanta apenas la corola
dice que sueña conmigo
tengo por descontado
que hoy estará ahí
por eso me pregunto
ahora que los elegidos
nos hemos confinado
de la peste devoradora de jardines
¿qué hará cuando ya a nadie
importan los iconos?

algo que está más allá
de la misma tristeza
me ha borrado su camino

martes, 3 de marzo de 2020

CONEJO



De un lado a otro 
van los conejos
la vida contenida
casi expiración

De un lado a otro
como una canción
en el pentagrama florido del bosque

Y si alguno se detiene
será inevitable que note
el perfil del follaje
bajo el cielo

Y si respira hondo el bosque
será inevitable
que sienta el perfume del invierno


Entonces triste
casi peregrino
bajará del silencio
para refugiarse
en el próximo árbol

DE CUANDO TODOMEO SABOREÓ EL PODER

       Tomaría una novela explicar cómo llegó Todomeo a ocupar el trono de la nación. Por ahora, basta decir que lo acompañó la ...