y podría ser que jamás vuelva a beber vino
que la noche se extienda sobre mis huesos
dejando la ebriedad del sueño suspendida en el aire
pero más atroz es que nunca aparezca
tu sombra tras la puerta
también podría ser que el gusano abra grietas
en mi memoria y olvide los colores del tablero
el movimiento oblicuo la terquedad
el sentido oscuro y tierno del poema
que la noche se extienda sobre mis huesos
dejando la ebriedad del sueño suspendida en el aire
pero más atroz es que nunca aparezca
tu sombra tras la puerta
también podría ser que el gusano abra grietas
en mi memoria y olvide los colores del tablero
el movimiento oblicuo la terquedad
el sentido oscuro y tierno del poema
pero más atroz es que nunca tu incienso y mirra
franquee el peregrinar de mil noches
llegará acaso el instante en que esté lejos el río
la corriente calle
el agua no acaricie
llevándose el reflejo de las cosas
no me salve ni su sabor mineral
ni el vapor que trajera consigo mi rastro
pero más atroz es tu no-silencio tus no-palabras
tu no-recorrido hasta el sillón
donde no-contemples mi cuerpo
tu no-sonrisa que despeje el camino hacia tu no-hombro
la no-crema de vainilla estrellada en el piso
mi carcajada por la casa
talvez un día mi madre sea la madre del silencio
y con ella esté mi nombre como un eco
y en mi grito mis labios
y en mis labios mis huesos
y en mis huesos el hilo la aguja y el dedal
como una flor que no existe
pero más le temo a que nunca puedan mi dedos
como tijeras cortar camino desde tu cintura
quitar la hiedra arrancar la roca
coronar tus montañas rellenar tus labios
arrancar avemarías golpes de pecho
acuclillarte invocar al santo
santificarte
frente a la fontana di Trevi charlarán dos hombres
hablarán de mí pronunciarán mi nombre
señalando el cielo devorarán mi oreja derecha
sonreirán con mis palabras
uno de ellos se rascará mi cabello
evadirán el punto final con un guiño
y se alejarán
pero a pesar de todo lo más atroz es que un día
no apoyes tus pechos en mi lecho
prodigando el aire que contiene a mis palabras
exhalando el corazón el lirio el fuego
tus glúteos como gelatina de fresa
el amor lechoso endulzando tus entrañas
como el postre preferido de dios
franquee el peregrinar de mil noches
llegará acaso el instante en que esté lejos el río
la corriente calle
el agua no acaricie
llevándose el reflejo de las cosas
no me salve ni su sabor mineral
ni el vapor que trajera consigo mi rastro
pero más atroz es tu no-silencio tus no-palabras
tu no-recorrido hasta el sillón
donde no-contemples mi cuerpo
tu no-sonrisa que despeje el camino hacia tu no-hombro
la no-crema de vainilla estrellada en el piso
mi carcajada por la casa
talvez un día mi madre sea la madre del silencio
y con ella esté mi nombre como un eco
y en mi grito mis labios
y en mis labios mis huesos
y en mis huesos el hilo la aguja y el dedal
como una flor que no existe
pero más le temo a que nunca puedan mi dedos
como tijeras cortar camino desde tu cintura
quitar la hiedra arrancar la roca
coronar tus montañas rellenar tus labios
arrancar avemarías golpes de pecho
acuclillarte invocar al santo
santificarte
frente a la fontana di Trevi charlarán dos hombres
hablarán de mí pronunciarán mi nombre
señalando el cielo devorarán mi oreja derecha
sonreirán con mis palabras
uno de ellos se rascará mi cabello
evadirán el punto final con un guiño
y se alejarán
pero a pesar de todo lo más atroz es que un día
no apoyes tus pechos en mi lecho
prodigando el aire que contiene a mis palabras
exhalando el corazón el lirio el fuego
tus glúteos como gelatina de fresa
el amor lechoso endulzando tus entrañas
como el postre preferido de dios