viernes, 28 de septiembre de 2018

EMPLEARSE

1.


-Déjeme ver... Sí... Muy bien... Más de dos años en el colegio Búlgaro, casi tres en el Verde... Debe saber que el trabajo en esta institución es muy demandante. Usted dará clases de primero de básica a tercero de bachillerato. Pero tenga en cuenta que somos una institución pequeña; en la mayoría de aulas tenemos uno o dos alumnos. 


-Ya veo.


-Por otro lado, la Unidad Educativa Pajaritos a Volar utiliza la metodología Cheese que es una nueva forma de concebir la educación. Fue desarrollada por nuestro rector y fundador, Doctor Remigio Quevedo. Usted solo siga los textos escolares y ya tiene resuelta la mitad de su trabajo.

-Bien...

-Finalmente, trabajamos con prestación de servicios profesionales. Docientos dólares mensuales. ¿Qué opina de empezar ahora mismo?


2.

-Señor, el Doctor está en hora de almuerzo.

-Quizá hay un error, el señor vicerrector me dijo que me podía atender hasta la una. Son las doce y catorce. Tomé taxi para llegar lo más pronto posible.

-Lo lamento, ya salió a almorzar. Pero me dice que deje nomás su carpeta que ya le han de llamar si lo seleccionan. Cualquier cosita le estaré comunicando.


3.

-¿Es usted el profesor con el que hablé ayer por teléfono?


-Sí, el mismo; mucho gusto. Aquí está mi hoja de vida.

-Verá, no le voy a hacer perder el tiempo. Si hubiera sabido que tenía el pelo largo no lo hubiera hecho venir. Disculpará nomás. La institución tiene la política de no contratar profesores fachosos. Sabrá entender...


4.

-Se acostumbrará. ¿Ha trabajado con adaptaciones curriculares?


-Pues sí; aunque, para ser honesto, no tengo tanta experiencia en ello.

-Pues aquí aprenderá. Este es el colegio de la inclusión, educamos con asertividad y nuestro lema es "mantener la estabilidad emocional".

-Suena interesante.

-Voy a ser sincero con usted. En esta institución tenemos muchísimos casos de adaptaciones; el ochenta por ciento de nuestra población estudiantil sufre de alguna condición especial: trastorno de identidad disociativo, esquizofrenia, mutismo selectivo, dislexia, trastorno obsesivo compulsivo, síndrome de lima, trastorno antisocial de la personalidad y muchos otros más. Los maestros que trabajan con nosotros son héroes. Ahora, míreme y responda, ¿quiere usted ser un héroe?


5. 


-Disculpe, señor; en la Unidad Educativa Santa María de la Divida Gracia y Perpetuo Socorro, la planta docente está íntegramente conformada por mujeres. Es usted un hombre joven y queremos evitar cualquier problema.



6.

-Verá, le puedo esperar hasta el martes. Hágase un préstamo y esos cuatro mil dólares los recupera en unos meses con su sueldo asegurado en el colegio municipal de su preferencia. Si quiere le muestro ahora mismo el catálogo y lo deja separando con una pequeña cuota.


7. 

-Esta es una fundación sin fines de lucro. Trabajamos con niños y niñas vulnerables. El horario es bastante extendido. Hay días que laboramos desde las siete de la mañana hasta las siete de la noche; otros, serán nocturnos, de siete de la noche a siete de la mañana. Necesitamos gente comprometida. Pagamos el sueldo básico pero desde el tercer mes damos a nuestros empleados un seguro dental con cobertura a nivel nacional. ¿Desea usted participar en el proceso de selección?

viernes, 13 de julio de 2018

CINTAS

De imprevisto, el diluvio me agarró por el cuello y se dispersó hasta las uñas del pie. Había esperado a la Hippie por más de media hora. 


Caminé con la confianza empapada. Ningún portón podía resguardarme por mucho tiempo, así que ingresé al primer establecimiento que encontré. 

Era un local de techo alto, mármol en el piso y en las paredes, de mármol las repisas y acaso también el dependiente, un viejo que se descongeló al verme. 

―Bienvenido ―dijo con exageración; y solo le faltó la sentencia del guardián de la gruta dormido hace dos mil años. 

Dejé a mi paso un charco lodoso; avergonzado, me volví hacia la puerta. 

―¡No se preocupe! Deme su chaqueta. En un instante le daré una toalla. 

―¡Lo lamento! La verdad, no vine a comprar nada. 

Miré al rededor. Sobre los mostradores había tiras de cintas, carretes, serpientes zigzagueantes. 

El viejo no pareció escucharme y, sin dejar su sonrisa alienada, preguntó: 

―¿Quiere un café? 

Amontonó sobre el mostrador los curiosos objetos, colocó una tetera y dos tazas. Derramó sobre ellas un café muy negro y el ambiente se llenó del aroma que me obligó a beber mi primer trago. 

―Es arábigo, pero se cultiva en Tres Ríos. 

Una sensación de bienestar, una tranquilidad falsa pero necesaria se apoderó de mí. Sin embargo, por un instante pensé en el truco, la trampa, los ejes cilíndricos de la ratonera. 

―Hace muchos años esta tienda era muy concurrida, pero ya serán más de doce que no teníamos una visita. 

Esperaba que dijese que vendía sueños: <<ofrezco esperanzas a la medida. Y por tratarse de una fecha tan especial (nada más y nada menos que el diluvio que arrasará la civilización humana), se te concederá la gracia de un único deseo>>. Nada más alejado de la realidad. 

―Vendo cintas de máquinas de escribir. Las tengo de todas las marcas, las tengo originales y chinas, nuevas y reusadas. 

Levantó frente a mis ojos una cinta de dos colores; noté que estaba repleta de letras sobrepuestas. Mientras me secaba con una toallita que acababa de darme, pude descifrar algunas palabras como: regazo, melancolía, azul, perro, y otras tantas como se pueda imaginar. Combinándolas contaban el evangelio o era una carta a la prima Francisca en la ciudad de Alajuela. 

―Esta que ves aquí perteneció al escritor Manuel Cañijo Loor. ¿Has leído sus libros? Pues deberías hacerlo, no hay nada mejor para los tiempos libres, para la tristeza o para la lluvia. 

Me mostró muchas más, hasta que se acabó mi cuarta taza de café. La lluvia había cesado. 

Tomé mi abrigo y me disponía a marchar, no sin antes agradecer la extraña amabilidad; pero me encontré con los ojos vidriosos del viejo. 





―¡Esa! ―dije― La del poeta de la naturaleza. 

Me la envolvió contento y, desde el otro lado de su aparador de mármol, me dijo adiós con la mano. 

Había pagado con mi único billete; el presupuesto para comprar dos entradas de cine y una bolsa de palomitas de maíz para la Hippie. 

Caminé unas cuadras. En la esquina de avenida 10 y 31, un grave pitido me sacó del ensueño. Era ella desde la cabina de su auto. 

Bajé el rostro y seguí de largo.

DE CUANDO TODOMEO SABOREÓ EL PODER

       Tomaría una novela explicar cómo llegó Todomeo a ocupar el trono de la nación. Por ahora, basta decir que lo acompañó la ...